Santísimo Cristo del Amor

Hermandad del Amor. Iglesia del Salvador (Sevilla)

Santísimo Cristo del Amor

Se tiene constancia documental del encargo que le hace la recién fusionada Hermandad de la Sagrada Entrada en Jerusalén y del Amor de Cristo, por medio de su entonces mayordomo D. Juan Francisco de Alvarado, al maestro escultor y arquitecto Juan de Mesa y Velasco ( 1583-1627) ,el día 13 de mayo de 1618, para la ejecución de una imagen de Cristo crucificado que ha de tener las siguientes características : ” de largo dos varas, antes más que menos, medido desde el calcañal del pie hasta la punta del cabello”. Se especifica que ha de tallarse en madera de cedro, mientras la cruz lo sería de borne.

El precio estipulado se acuerda en” mil reales, que valen treinta y cuatro mil maravedises”.

En el último párrafo del contrato se dice textualmente: ” Y en esta manera y según dicho es me obligo a haser la dicha obra por mi persona sin que en ella pueda entrar official alguno y de la comensar desde el dicho dia y no alsar la mano della hasta la tener acabada en toda perfesion y si ansi no lo hiziere y cunpliere o la dicha obra que yo hiziere no saliere a su satisfacion dexo en elesion y boluntad de los dicho y de cada uno ynsolidum que me pueda conpeler y apremiar por prision y todo rigor de derecho a que aga la dicha obra o que a mi costa se puedan consertar con otro maestro escultor y arquitecto que la haga, y por lo mas le costare de los dichos mil reales y por las costas y gastos que se le causaren me pueda executar en birtud desta escritura y juramento de los dichos y de cada un ynsolidun.- Sevilla, 13 de mayo de 1618″.

El golpe de gubia fue dado en el taller que, desde un año antes, Juan de Mesa tenía abierto en la actual calle de Joaquín Costa, antigua Cañaverería, con puesta trasera que daba a la Alameda de Hércules.

El 4 de junio de 1620 se otorga carta de pago cuando el escultor hizo entrega de las imágenes.

El Cristo del Amor es la primera imagen de crucificado que realiza Juan de Mesa.

Imaginería:

Un verdadero Laoconte cristiano mide 1.81 metros. Transcribimos la descripción de D. José Hernández Díaz en su obra Juan de Mesa (1972)

Esta imagen de Cristo en la cruz es una de las obras más interesantes e importantes del arte sevillano, titular de una cofradía de penitencia. La primera impresión que recibe el contemplador es impresionante , por ser una figura imponente, con el dramatismo y monumentalidad del Laoconte- sufrimientos inmensos corporales, mayores aún morales al ver sufrir y morir a sus hijos- y en el acto el fiel cristiano ora al Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.”

Está inscrito en un triángulo, fijado por tanto por tres clavos y con el sudario trascripción fiel del que Montañés colocó a su Crucificado de la Clemencia, aunque ahondando más fuertemente las gubias a efectos de claroscuro, lo que acrece su valoración barroca”.

Mesa busca en este Crucificado fidelidad plástica al tema del Dios-Hombre. Se enfrenta con el natural, interpreta el modelo con destacada corpulencia y lo sublima en aras de la imagen religiosa. Cuida la anatomía y la representa en la forma ya indicada: más la figura tiene garra sobrenatural, se impone fuertemente y pide a los hombres comprensión a lo que significa. Parece que el escultor quiso expresar la narración evangélica de los últimos momentos de la vida del Salvador al contarnos su última palabra: “Consumado está”. Contagio de Amor es lo que quiere expresar esta inefable imagen, joya del arte sevillano y ejemplar indudable de la iconografía Cristífera”.

No es imagen pensada tan solo para el templo: espera la llegada de los fieles para confortarles, pero quiere buscar en la calle a todos los hombres para alertar a los aletargados o indiferentes y estimular a los otros diciéndoles: “Venid a mí los que trabajáis y estáis cargados con el peso del dolor, porque Yo os aliviaré”.

Sus valores escultóricos están acentuados por la encarnadura donde hay claras manifestaciones de las hipóstasis cadavéricas. La policromía sigue siendo la original salvo algunos retoques realizados para restaurar pequeños detalles.

Fuente: www.hermandaddelamor.net


Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón

Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón

Hermandad de Monserrat. Iglesia de Monserrat (Sevilla)

El Santísimo Cristo de la Conversión del Buen Ladrón es una talla de Cristo crucificado tallada por el escultor Juan de Mesa entre los años 1619 y 1620. Está realizada en madera y policromada, de 1,92 metros de altura. Representa a Cristo crucificado vivo, en actitud dialogante, en el instante en el que habla con San Dimas, el Buen Ladrón, que en ese momento está a su lado.

Fuente: http://hermandaddemontserrat.org/


Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Hermandad de los Estudiantes. Capilla Universitaria (Sevilla)

La Imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte recibe esta advocación desde hace varios siglos, si bien, parece ser que no fue la originaria con la que se le denominase a esta talla, a partir de que el escultor Juan de Mesa y Velasco la tallase en 1620.

Así, por lo que se refiere a la advocación de la Buena Muerte, no consta documentalmente el hecho de que la Imagen recibiese culto con este nombre desde su hechura. En primer lugar, porque no se expresa en el contrato de encargo, ni tampoco en la descripción de la procesión que se efectuó al año siguiente, 1621, para entronizar la imagen en su altar. En segundo lugar, por los fines de la Hermandad a la que estaba destinada.

El grupo escultórico fue encargado para una Hermandad de sacerdotes, constituida en la casa profesa de los jesuitas, cuya motivación era la búsqueda del arrepentimiento y la conversión de los pecados de la carne. Por tanto, nada parece indicar que la advocación de la Buena Muerte estuviese relacionada con dicha motivación.

Un siglo más tarde, en 1725, se quiso crear en la citada casa profesa una congregación de la Buena Muerte. En el texto que hace referencia a dicha fundación, se dice que los titulares serían “la Virgen Santísima Dolorosa a los pies de Cristo Crucificado y el Señor San José, especialísimo abogado de la buena muerte”

Es muy probable que fuese a partir de entonces cuando al Cristo comenzase a denominársele de la Buena Muerte. En una descripción del templo de la Anunciación de dos años después, se dice que el primer altar que existe en la nave del templo, en el lado de la epístola, está ocupado por el “Santo Cristo de la Buena Muerte”.

Cuando a finales del Siglo XIX la Imagen comienza a retomar la devoción que tuvo en tiempos, por parte de los distintos profesores y alumnos de la Universidad de Sevilla, germen de lo que en 1924 sería la fundación de la Hermandad de los Estudiantes, la Talla de Juan de Mesa continuaba denominándose así en el ámbito universitario, queriendo los hermanos fundadores mantener dicha advocación, la cual se mantiene hasta nuestros días como Santísimo Cristo de la Buena Muerte.

Historia

El 13 de Marzo de 1620, el prepósito de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús en Sevilla, el padre Pedro de Urteaga, contrató su hechura con el imaginero cordobés Juan de Mesa. En la carta del concierto el artista queda obligado a “dar hechas y acabadas dos imágenes de escultura, la una con Cristo Crucificado y la otra una Magdalena abrazada al pie de la Cruz, de madera de cedro, ambas a dos, de la estatura ordinaria humana…”. El importe del encargo ascendió a 150 ducados. El paradero actual de la imagen de la Magdalena es desconocido.

Las imágenes fueron terminadas el 8 de Septiembre de 1620, pero el crucificado no fue entronizado hasta el primer domingo de Cuaresma de 1621. Con este motivo las imágenes fueron instaladas en un nuevo retablo situado frente al púlpito. La imagen en un principio no fue concebida para ser sacada en procesión.

Datos históricos:

1620, Marzo 13. Sevilla

Contrato firmado entre Juan de Mesa y el prepósito de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, para ejecución por parte de aquel de un Crucificado y una Magdalena.

Sepan quantos esta carta vieren como yo Juan de Mesa, escultor, vezino de esta çiudad de Sevilla, en la collaçión de san Martín, otorgo y conosco que soy conbenido y consertado con el padre Pedro de Urteaga, prepósito de la Casa Prosefesa (sic) de la Compañía de Jesús desta çiudad de Sevilla. En tal manera, que yo sea obligado, y me obligo, de hazer y dar hechas y acabadas dos ymágenes de escultura: la una, un Cristo crucificado y, la otra, una Magdalena abraçada al pie de la cruz (+), de madera de çedro, anbas a dos de la estatura ordinaria umana. Por preçio de siento y sinquenta ducados que se me an de pagar de esta manera: treszientos reales he resevido de contado, de que me doy por contento y entregado, y renunçio la esecuíón y leyes de los dos años de la pecunia y prueba de la paga; y el resto, cumplimiento a los dichos siento y sinquenta ducados, luego questé acabada y hecha la obra de las dichas dos ymágenes. Las quales me obligo a dar y entregar al dicho padre prepósito a su satisfaçión y contento, y de ofiçiales que dello sepan y entiendan, dentro de çinco meses, que se cuentan desde oy día de la fecha de esta carta. Y si ansí no lo hiziere y cumpliere, consiento, y he por bien, quel dicho padre prepósito pueda encargar la dicha obra a qualquiera maestro que la haga y acabe, por qualquiera preçio. Y por más que costare de los dichos çiento y sinquenta ducados, y por lo que yo vbiere resevido adelantados a quenta dellos, me puedan executar, con solamente esta escritura y el juramento del dicho padre prepósito, o del procurador de la dicha Casa Profesa, en que dejo y difiero la prueba de aberse pasado el dicho plaço, y no aberles entregado las dichas imágenes, y de cómo las encargaron a otra persona que las hiziese, y lo que más costó de los dichos çiento y sinquenta ducados, y de lo que yo vbiere resevido adelantado, sin que sea necesario otra prueba ni diligencia, porque della les reliebo. Y doy poder a las justicias ante quien esta carta pareciere, para que por todo remedio y rigor de derecho y bía executiba, y como por sentençia difinitiba de jues competente pasada en cosa jusgada, me executen, compelan y apremien al cumplimiento y paga de lo que dicho es. Sobre lo qual, renunçio las leyes y derechos a mi fabor, la que defiende la general renunçiacón (sic), y obligo mi persona y bienes, avidos y por aver».

Fuente: https://hermandaddelosestudiantes.es/


Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

Hermandad del Gran Poder. Basílica de Jesús del Gran Poder (Sevilla)

Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

La imagen, largamente creída obra de Juan Martínez Montañés en función a la temprana muerte de Juan de Mesa y la falta de documentación de la época que hiciera referencia a su genio por encima del de su maestro, es una talla única, realizada en madera de cedro con la peana en pino de segura, de una medida ligeramente superior al natural, distorsionada por el efecto de su posición, sacrificio auténtico del canon escultórico en virtud de la exaltación del dinamismo y realismo. Está completamente tallada, con los brazos articulados para disponerlos entorno a la cruz o maniatarlos para traslados y su anual besamanos. Está policromada, con múltiples lagunas históricas en el rostro, asemejando la piedad popular su aspecto doliente, acrecentado con el tiempo, con el de un ser humano.

En 1920, Adolfo Rodríguez saca a la luz la posibilidad más que científica de que la hechura del Señor, como las de las esculturas del Cristo de la Conversión y el de la Misericordia del Convento de Santa Isabel sean obras de Juan de Mesa y Velasco. En 1930, Heliodoro Sancho Corbacho encuentra el documento de la carta de pago de la obra, conjunta a la ejecución del San Juan, por los que Juan de Mesa recibe 2000 reales de a treinta y cuatro maravedíes cada uno en una relación cerrada en octubre de 1620. En el documento se cita la regencia de la hermandad por el entonces mayordomo Pedro Salcedo, constando en el mismo Alonso de Castro como pagador y Alcalde de la Cofradía y pudiendo estar vinculado como policromador, al menos de San Juan, el hermano de la corporación Francisco Fernández de Llexa.

Desde entonces se debe reescribir la Historia del Arte y de la Semana Santa en Sevilla y Andalucía, encumbrándose la figura del escultor cordobés, autor sin duda tocado por una magnitud creativa y humana desbordante a juzgar por las obras magistrales que realiza entre 1618 y 1621: Cristo del Amor, Cristo de la Conversión, Gran Poder, Cristo de la Buena Muerte, Cristo de la Misericordia y Nazareno de La Rambla, entre otras.

El Señor es una imagen de su tiempo, una escultura moderna en toda la extensión del término, pues es evidente reflejo de las doctrinas para la creación de las obras de Arte dictadas por el Concilio de Trento, cuyo ejemplo y relevancia es fundamental para la conmoción, aprendizaje y sentimientos del pueblo.

Pero es una imagen contemporánea a la vez, pues sus fundamentos como imagen devocional han crecido con el paso de los siglos hasta su dimensión actual. En ese sentido, como en el estilístico, el Gran Poder marca un punto de inflexión en la escultura que hasta entonces ilustra las creaciones del cambio del s. XVI al XVII, cuyo referente había sido el clasicismo y humanismo, —Montañés en Pasión y en el Cristo de la Clemencia o el mismo Mesa en 1620 con el Crucificado de la Buena Muerte para la Compañía de Jesús—, tornando hacia un arte más temperamental, en el que la fuerza arrasa hacia un realismo que es cercano al pueblo, que conecta con sus sentimientos. Las imágenes, como la de Jesús del Gran Poder, llegan a ser dinámicas, reales y cercanas, tanto en los retablos en los que se veneran cada día, como en las calles, sobre los pasos y andas procesionales, en una genialidad espiritual insuperada.

Culminada la belleza formal del Manierismo, la escultura exenta barroca sevillana alcanza en la efigie de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder una expresividad única, especialmente marcada en su rostro y en sus ojos, que son plenitud de amor, de esperanza y de firmeza ante los designios de la vida; marcada por la emotividad y el dramatismo, que se plasma aquí en la zancada poderosa que lo aturde camino de la muerte, haciendo presagiar un desenlace dramático, pero tomada con la resignación con la que amorosamente envuelve con sus manos el madero que será de su sacrificio, sabiendo que la gloria será tras la muerte; marcada por el realismo patético que se nutre de la plástica de los estudios del natural, como lo muestran las heridas de su rostro, la corona de la serpiente del pecado que Él derrota que se enrosca imbricada en su cabeza, las espinas que traspasan la ceja y con ella su mirada de amor, y las que lo hieren en la frente y la oreja, llevando al espectador y devoto hacia un espíritu penitencial en el que Cristo dialoga con el hombre, le muestra resignadamente su destino y lo acoge inundando de ternura y de firmeza al que lo presencia. “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. (Mateo, 16:24; Marcos, 8:34).

Y todo ello lo logra Juan de Mesa dotando a la imagen de una anatomía perfectamente pensada, en la que el cuerpo descompensado, largamente abierto el compás de su zancada, se inclina arqueando su espalda en un dinamismo exacto que evita la caída mostrando a Cristo asiéndose a la Cruz, ensimismado en su dolor, retraído, pensando que ya todo está escrito, que su penar va camino del final. Ha pasado la noche de la detención, del juicio y del escarnio y el Señor está a punto de llegar al Calvario para ser crucificado, va a encontrarse con María, su madre, es el momento más desgarrador del sufrimiento en vida de los mortales y aún así, en su andar y en su rostro, severo y bondadoso a la vez, este Nazareno transmite la mayor de las esperanzas.

Fuente: https://www.gran-poder.es/


San Juan Evangelista

Hermandad del Gran Poder. Basílica de Jesús del Gran Poder (Sevilla)

San Juan Evangelista

Desde el s. XV o XVI debió contar esta Hermandad con imagen de San Juan que representara junto con la Santísima Virgen el momento del pasmo de dolor o desmayo de la Virgen. De hecho, en las Reglas de 1570, que siguen muy de cerca las anteriores de 1477, se señala entre las más destacadas solemnidades a celebrar por la corporación, la de la Fiesta de San Juan Evangelista. Nada sabemos de aquella posible primitiva imagen, pues la actual se encarga en 1620 conjuntamente a la de aquel Nazareno que estaba llamado a ser el Señor de Sevilla. Hasta el hallazgo de la documentación acreditativa entre 1920 y 1930 por los profesores Adolfo Rodríguez y, especialmente, Heliodoro Sancho Corbacho, la imagen era tenida, como tantas otras, por obra de Juan Martínez Montañés.

En la carta de liquidación del contrato entre la Hermandad y Juan de Mesa se cita la fecha del primer día de octubre como final de la hechura de las imágenes, aunque es posible que acabara antes la de San Juan que la del Nazareno según testifica el documento hallado en su interior en la reestructuración del cuerpo que se lleva a cabo en 1972 por los imagineros José Pérez y Adolfo Castillo: Los cofrades y hermanos de esta Santa Cofradía del Poder y Traspaso de Nuestra Señora y Ánimas del Purgatorio mandaron hacer esta Santa Imaxen y hechura del Señor San Juan Evangelista para honra y gloria de Dios Nuestro Señor y hornato desta Santa Cofradía la hiso y acabó a 31 de agosto de este año mil y seis sientos y veinte años -1620- Juan de Mesa, maestro escultor y la encarnó Francisco Fernández de Llexa, nuestro hermano. Eran por aquella fecha Mayordomo Pedro Salcedo de Arteaga (quien llevó directamente la contratación) y Hermano Mayor Francisco de Paula Aragonés.

La escultura de Juan de Mesa se convirtió desde su creación en el referente para la iconografía sevillana del discípulo amado, marcando desde entonces a nuestros días un seguimiento directo en sus representaciones. Aparece en sacra conversación con María Santísima, con el cuerpo, la cabeza y la mirada vuelta hacia su derecha, señalando el camino a seguir con las manos que indican hacia el lado contrario, lo que aporta a la escultura gran dinamismo, especialmente sobre las andas. Es plenamente mesina, en el trato de los volúmenes del rostro o del pelo, con los característicos recursos del escultor cordobés, como en el rostro, fuerte y protector a la vez, compasivo y severo a un mismo tiempo. Mide 1,78 cm. y su cuerpo está anatomizado. Es un caballero propio de la España de la época, pues Mesa, en puro anacronismo, lo dotó de peinado, barba de perilla y bigote ondulado como debían ir los jóvenes cortesanos de 1620.

Aparece con su iconografía clásica, revestido con la túnica verde, que simboliza cristianamente la regeneración del alma mediante las buenas obras y el mantolín rojo, que lo es de los sentimientos más puros del alma –en su caso, acoger a la Virgen como un hijo tras la muerte del Maestro-. Aparece nimbado para lo cual posee dos preseas, una rococó del 1771, anterior a la corona de salida de la Virgen y otra, renovada e inspirada en la anterior, de 1929 que es una flor de pasión a la que rodean pequeñas rocallas de las que salen los haces de luz agolpados.

Ha sido objeto de varias intervenciones de conservación restauración. En 1954 lo trata en las facciones Illanes alterando la policromía conservada. Posteriormente se le coloca el mencionado cuerpo anatomizado por los escultores Pérez y Castillo, en 1972. Entre 1985 y 1986 lo intervienen integralmente los hermanos Raimundo y Joaquín Cruz Solís. En 2014 será restaurado de nuevo por Pedro Manzano Beltrán, según aprobó el Cabildo General de Hermanos.

Desde su creación procesiona con la Santísima Virgen bajo palio.

Fuente: https://www.gran-poder.es/


Santo Cristo de la Agonía

Parroquia de San Pedro (Bergara, Guipúzcoa)

Santo Cristo de la Agonía

El Cristo de la Agonía fue tallado por Juan de Mesa en 1622, recibiendo culto en la Parroquia de San Pedro de Bergara (Guipúzcoa).

En dicho año, Juan Pérez de Irazábal, natural de Bergara, Superintendente de la Armada y Contador Mayor de Felipe III y Felipe IV en la Real Hacienda de Sevilla, llega a un acuerdo con Juan de Mesa, para que éste talle la imagen de un Cristo.

En el contrato se recoge que Jesús debería estar vivo, clavado en la cruz y coronado de espinas, siendo su tamaño más grande de lo habitual (La talla es de 2,18). El precio se estableció en 1300 reales. La madera utilizada es de cedro “en blanco” ya que por aquella época la policromía, era labor propia de los pintores supervisados por los escultores.

La impresionante cabeza del Cristo, con la corona de espinas tallada, dirige su mirada hacia las alturas con un brusco movimiento hacia su derecha y arriba. La boca abierta, la mirada suplicante y las cejas elevadas, nos transmiten una dramática expresión.

El estudio anatómico de la imagen es de una gran autenticidad. La complexión del cuerpo es atlética. Su moldeado, crea la sensación de incorporación de la figura sobre los clavos de los pies, apoyándose sobre la pierna izquierda. Los brazos, en una posición casi horizontal, dan al cuerpo una sensación de ascensión.

El paño de pureza, muy similar al del Cristo de La Conversión, es el más trabajado de los realizados por Juan de Mesa.

Fuente: https://www.patrimoniodesevilla.es


San Juan Bautista

Museo de Bellas Artes (Sevilla)

San Juan Bautista

Esta imagen de San Juan Bautista procedente de la Cartuja de Santa María de las Cuevas y data de 1624. Actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Fuente: www.lalineacofrade.com


San Ramón Nonato

Museo de Bellas Artes (Sevilla)

San Ramón Nonato

De sus últimos años, hacia 1626-1627, es el San Ramón Nonnato que realizara para el Convento de la Merced de Sevilla, conservado actualmente en el Museo de Bellas Artes de la ciudad.

Fuente: www.lalineacofrade.com


Virgen de las Angustias

Hermandad de las Angustias. Iglesia de San Agustín (Córdoba)

Virgen de las Angustias

En 1626 la hermandad encargó la hechura de sus titulares al escultor Juan de Mesa y Velasco, cordobés afincado en Sevilla. El provincial de los agustinos, Fray Pedro de Góngora, antiguo prior de San Agustín, fue el intermediario en la operación. Juan de Mesa falleció el 26 de noviembre de 1627, cuando terminaba las imágenes. Su testamento así lo atestigua: “Estoy obligado a hacer una Virgen de la Soledad o Angustias para el convento de San Agustín de Córdoba, a la cual no le faltan tres días de trabajo”.

Las imágenes, las más valiosas artísticamente de la Semana Santa cordobesa, se bendijeron el 18 de marzo de 1628 en San Agustín, entonces sede de la hermandad.

Los críticos de arte aseguran que se trata de una de las Piedades más hermosas de la cristiandad, a pesar de su peculiar composición. Sólo se conocen dos restauraciones del grupo escultórico: la que realizó el profesor Peláez del Espino en 1976 (ese año la cofradía no hizo estación de penitencia el Jueves Santo debido al delicado estado de conservación de la Virgen) y la realizada por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico entre los años 2010 y 2011.

Nuestra Señora de las Angustias es una imagen de talla completa aunque pensada para vestir, sedente, que aparece con el rostro bañado en lágrimas (cuatro en cada mejilla). Muestra una sensación de dolor absoluto, que sin embargo no consigue ocultar su singular y delicada belleza, en la que se han extasiado miles de cordobeses a lo largo de los siglos. En su regazo porta la imagen de Cristo muerto, que destaca por su espléndida anatomía y por su unción sacra. El prodigioso brazo derecho cae a los pies de la Virgen, mientras el izquierdo se extiende de manera rígida a la izquierda de la Madre. Aunque se han propuesto otras disposiciones, algunas de las cuales se han ensayado incluso en procesión, una serie de cuadros de los siglos XVII y XVIII muestran que las imágenes siempre se han venerado tal y como hoy se encuentran, por lo que la hermandad las ha mantenido así. La Virgen sostiene una espina en su mano derecha, como si la hubiese acabado de sacar de una de las cejas del Señor, donde se puede ver la señal. Con la mano izquierda sostiene la conmovedora cabeza del Cristo.

Fuente: https://lasangustiascordoba.es


Santísimo Cristo Yacente

Hermandad del Santo Entierro. Iglesia de San Gregorio (Sevilla)

Santísimo Cristo Yacente

Encapsulado entre los cristales de una urna neogótica, diseñada en 1880 por Antonio del Canto Torralva, estaciona la dramática imagen de Jesús Yacente, que con gran acierto fue incorporado por el profesor Hernández Díaz al catálogo artístico de Juan de Mesa.

Las analogías que presenta con el Crucificado de la Buena Muerte, de la Capilla Universitaria, son obvias. Pero, por si hubiera dudas, tiene la ceja izquierda taladrada por una espina: un grafismo inherente al vocabulario artístico de Mesa, que puede y debe considerarse en el mundo andaluz del siglo XVII como la firma encubierta del artista.

Previsiblemente fue tallado en torno a 1619 y se muestra deudor en el sudario de los modelos montañesinos al no utilizar todavía soga de sujeción. Tiene la cabeza reclinada sobre una almohada, el cuerpo rígido y las rodillas encogidas como consecuencia de la violenta postura que conservó en la cruz.

Fuente: https://www.santoentierro.org


Nuestra Señora del Valle

Hermandad del Valle. Iglesia de la Anunciación (Sevilla)

Nuestra Señora del Valle

Imagen de candelero para vestir, de 168 cm de altura, con la cabeza, cuello y manos tallados y policromados. Los ojos son de cristal soplado y policromados por la cara externa. El pelo, superpuesto, está realizado con fibras vegetales encoladas, estucadas y policromadas. Sus cultos se celebran la última semana de Cuaresma

Durante muchos años y por diversos autores, fue atribuida a Juan Martínez Montañés, aunque posteriormente y debido a la similitud con otras imágenes suyas documentadas, es imagen atribuida a Juan de Mesa, entre los años 1618 y 1627. En 2006, los técnicos del IAPH corroboraron esta última atribución y dataron las manos en el siglo XVIII.

Ha sufrido varias intervenciones, pudiendo destacar por recientes, la de 1909 por causa de un incendio, restauración encomendada al “insigne escultor Joaquín Bilbao y al estudioso José Ordóñez”, siendo policromada, muy probablemente, por el pintor Gonzalo Bilbao, En 1980 es restaurada por José Rivera García, con la supervisión Enrique Pérez Comendador.

En la de 2006 en el IAPH, consistente en la limpieza superficial de la policromía de las partes talladas, afianzamiento de la unión de cuello y busto y de los brazos y cambio de candelero por uno de madera, restauración debida a Cinta Rubio Fauré y técnicos del Instituto, entre 1 de mayo y el 6 de noviembre de 2006.

El 1 de noviembre de 2002, festividad de Todos Los Santos, fue Coronada Canónicamente por Monseñor Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevilla.

Al igual que las imágenes de Cristos, la Virgen del Valle permaneció oculta de mayo a septiembre de 1931 en casa de los hermanos Sres. López Pitard en calle Bombay, Consulado de Uruguay, y de julio a septiembre de 1936, en una entreplanta de la calle Jimios 10 y 12, entre las casas de D. Segismundo López de Rueda y D. Luis Piazza de la Paz.

Fuente: https://www.elvalle.org