El Cartel del IV Centenario
Por su autor Jesús Zurita Villa
En la iconología cristiana, el símbolo de la luz es uno de los elementos más repetidos para representar a Dios y el bien, y las cosas buenas que del mismo Dios devienen. En el principio se hizo la luz, la luz, que parece ser el principio de todas las cosas.
Quizá el elemento simbólico más determinante en este cartel, que conmemora el cuarto centenario de la llegada de la Imagen de Jesús Nazareno a La Rambla sea el fuego, el signo del Dios que calienta, acoge, abriga, centellea, ilumina y enciende.
La escena del cartel se sitúa en un paisaje idílico, en un locus amoenus, el cielo tiene una luz mágica y enigmática, no se sabe si amanece o atardece, para representar el tiempo sin medida. El árbol de la vida, el que estaba plantado en el Edén, centra la composición, para reforzar esta idea de infinitud. El Señor aparece en el centro, -portentoso-, vestido de gloria y majestad, con la rica túnica dieciochesca y la preciosa cruz de plata americana al hombro. La imagen del Nazareno surge de la zarza que arde y no se consume, -en referencia a aquella de Moisés-. Cierto es que las imágenes no son teofanías en sí mismas, pero ¿Quién niega que ante la imagen del Señor de La Rambla uno no siente que tiene a Dios enfrente?